Guillermo Cano Isaza(Bogota, agosto 12 de 1925 - Bogotá, diciembre 17 de 1986). Guillermo Cano Isaza fue el guía y el maestro de toda una generación de periodistas, que recibió de él no sólo la formación profesional, sino los principios éticos que defendió a lo largo de su vida y el ejercicio de su carrera como periodista. Hijo de Gabriel Cano y Luz Isaza, se vinculó directamente a la redacción del diario El Espectador, como cronista taurino, deportivo, hípico, cultural y político, recién egresado del Gimnasio Moderno, en 1942. Fue el fundador del Magazín Dominical, secretario de dirección, codirector, con Gabriel Cano, y director de El Espectador desde el 17 de septiembre de 1952. En 1986 recibió el Premio Nacional de Periodismo CPB en la modalidad de prensa, por su columna dominical "Libreta de Apuntes", cuya variedad temática iba desde los recuerdos de personajes de la vida nacional, hasta comentarios críticos acerca de los problemas del país.
En 1980 le fue otorgado el Premio Simón Bolívar a la vida y obra de un periodista. Con motivo del centenario del nacimiento de don Fidel Cano, fundador de El Espectador, escribió "El abuelo que no conocí", y para la conmemoración del 90 aniversario de El Espectador, escribió "Posdata a la autobiografía de un periódico", páginas donde se integran el escritor sensible y el periodista veterano.
Fue enviado especial a los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972, y en notas especiales escribió acerca de lo ocurrido en el "septiembre negro". Su rectitud a toda prueba jamás hizo concesiones; la defensa vertical de sus principios le ocasionó dificultades al periódico y, finalmente, la lucha en pro de los derechos humanos destruidos por la corrupción, el autoritarismo, la violencia y el silencio cómplice, le costó la vida.
Fue asesinado al salir de la sede del periódico, el 17 de diciembre de 1986. Sin embargo, El Espectador ha continuado fiel a la concepción periodística en la cual Guillermo Cano siempre creyó.
ASESINATO: El miércoles 17 de diciembre de 1986 sicarios a órdenes del capo Pablo Escobar asesinaron frente a la sede del diario a su director Guillermo Cano Isaza. Los criminales esperaron a que el hiciera un giro en U en la Avenida del Espectador, poco después de las 19:00. Uno de los maleantes se acercó rápidamente a la camioneta familiar un Subaru Leone Wagon vino-tinto de placa AG 5000 que conducía Cano y le disparó en ocho ocasiones al pecho con una ametralladora. Evitando el pesado tráfico de la temporada navideña, los sicarios se escaparon en una motocicleta, identificada con la placa FAX84. Cano tenía 61 años al momento de su fallecimiento, 44 de los cuales había dedicado al periodismo en El Espectador. Hasta el día de hoy se considera que su asesinato sigue en la impunidad
Un día después del asesinato de su director, El Espectador tituló en primera plana Seguimos adelante, que se convertiría en la constante durante todos los años siguientes. En un fallo de octubre de 1995, nueve años después del asesinato, María Ofelia Saldarriaga, Pablo Enrique Zamora, Carlos Martínez Hernández y Luis Carlos Molina Yepes fueron encontrados culpables de conspiración para cometer el crimen y sentenciados a 16 años y 8 meses de cárcel. Sin embargo, en otra sentencia del 30 de julio de 1996, el Tribunal Superior de Bogotá revocó el fallo, absolviéndolos a todos de cargos en el crimen, a excepción de Molina Yepes, que fue el único condenado y quien había sido recién capturado el 18 de febrero de 1997. Con anterioridad habían sido considerados autores intelectuales Pablo Escobar Gaviria, Evaristo Porras, Gonzalo Rodríguez Gacha y el mismo Molina Yepes, todos ellos capos del Cartel de Medellín
Cano inició su lucha contra las bandas de narcotraficantes a principios de la década del ochenta. Su primer golpe periodístico contra el imperio de Escobar fue un artículo publicado en 1983, que detallaba el primer arresto del capo en relación con estupefacientes. En 1976, Escobar fue detenido por esconder cocaína en los neumáticos de un auto robado, cuando era apenas un desconocido ladrón. Cano recordó la cara de Escobar cuando vio al capo en la ceremonia de apertura del congreso, en 1983. Yo he visto esa cara en algún lado, le comentó a uno de sus editores. Él mismo se metió en el archivo del periódico a buscar la fotografía. Volvió a publicar la historia y la fotografía en la primera plana de El Espectador. Esto truncó la ambición de Escobar de formar parte del Congreso como titular (había sido suplente del representante Jairo Ortega en 1982). El martes 16 de diciembre de 1986, Cano fue entrevistado por un integrante del Círculo de Periodistas de Bogotá sobre los peligros del periodismo. "El problema en nuestro negocio es que nunca se sabe si volveremos por la noche a casa", comentó. Un día después fue asesinado.
Al día siguiente del crimen, una procesión fúnebre encabezada por el presidente Virgilio Barco, y a la que acudieron miles de colombianos que ondeaban pañuelos, acompañó el cuerpo de Cano al cementerio Jardines del Recuerdo, en la periferia de Bogotá. El Círculo de Periodistas de Bogotá les pidió a los medios de comunicación no informar ese día, lo que representó que por primera vez se dispusiera un bloqueo informativo en memoria de un periodista asesinado. Su muerte ocupó las primeras planas de todos los diarios colombianos y de los principales periódicos del mundo. Como respuesta al asesinato, el presidente Barco ordenó el estado de sitio y restituyó una le
y que requería un permiso especial para motociclistas y prohibía la venta de motocicletas de gran cilindrada. Fue una aceptación tácita de que la motocicleta se había convertido en un instrumento mortal de los narcos.
Tres años más tarde, el sábado 2 de septiembre de 1989, un carro bomba destruyó buena parte de las instalaciones del diario. Los 135 kilos de dinamita explotaron esa mañana. Eran pasadas las 06:30, un poco antes de la entrada del personal sabatino. La explosión voló el techo del edificio, destruyó su entrada principal y afectó gravemente la producción del periódico. La bomba estaba escondida en una furgoneta que había sido estacionada minutos antes de que estallara frente a la entrada principal del periódico, aunque la explosión dañó buena parte del edificio y por consiguiente las oficinas de la sala de redacción y la imprenta, algunos equipos lograron evitar la explosión y con ellos se continuó la edición del diario titulada también Seguimos Adelante. Ese mismo día, seis sujetos armados entraron a una exclusiva isla privada en el área de Rosario, en Cartagena, e incendiaron la casa de veraneo de la familia Cano.
El martes 17 de diciembre de 1996, al conmemorarse el décimo aniversario del asesinato del periodista, sus descendientes crearon una fundación sin ánimo de lucro que lleva su nombre, con el objeto de "trabajar en la defensa y la promoción de la libertad de prensa en el mundo así como en la mejora de la calidad del periodismo".
La Fundación, con sede en la ciudad de Bogotá, se propone lo siguiente:8
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- Continuar la tarea truncada con el asesinato de Guillermo Cano Isaza y hacer que su obra, comprometida con la paz y la libertad de expresión, se propague por el mundo.
- Fomentar y divulgar trabajos que propicien la manera de entender el periodismo que fue propia de Guillermo Cano Isaza durante su ejercicio profesional. Así mismo, establecer reconocimientos en este sentido.
- Apoyar a los periodistas que se vean amenazados en el ejercicio de su profesión y por sus acciones en defensa de la libertad de expresión, así como a sus familias.
- Crear líneas de investigación y publicaciones especializadas en el área de la comunicación, específicamente del periodismo.
La fundación fue un pilar fundamental en la consecución de la Resolución 29, "Condena a la violencia contra los periodistas", aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas.8 9
Con la muerte de Guillermo Cano, en un hecho sin precedentes los diarios El País, de Cali; El Colombiano, de Medellín; El Heraldo, de Barranquilla; y El Tiempo y El Espectador, de Bogotá, entre otros, ofrecieron sus unidades de investigación periodística para conformar un equipo de trabajo que conjuntamente denunciara a quienes estaban detrás del negocio de las drogas, la cual se denominó El Frente Unido. Desde dichos medios se realizaron informes conjuntos para denunciar los actos de terrorismo y la mafia del narcotráfico que había infiltrado los estamentos políticos. A pesar de la fuerza con que empezó, en 1988, se desmoronó la alianza tras las reiteradas amenazas a miembros de la misma.10
Ante la atrocidad cometida contra Guillermo Cano; Enrique Santos Calderón, sobrino de Hernando Santos Castillo, entonces director de El Tiempo, propuso un grito de silencio, es decir, silenciar al país en señal de protesta para exigir libertad de prensa.11 Esa misma noche los medios asombraron al país cuando comunicaron su intención de silenciarse. Así se describe el hecho:10
"Desde los primeros minutos de la muerte de Cano, Yamid Amat, quien dirigía el sistema de noticias de Caracol Radio; Juan Gossaín, de RCN, y Jaime Zamora Marín, director de la desaparecida cadena Sutatenza, lideraron la “cadena de la solidaridad”: una transmisión conjunta sobre las repercusiones del magnicidio. Las estaciones radiales se enlazaron y a las 11:00 de la noche del jueves 18 de diciembre, una hora antes del inicio de la Jornada del Silencio, RCN, Caracol, Todelar, Grupo Radial Colombiano, Súper, Sutatenza y Melodía, emitieron en conjunto un programa especial, que se abrió con el Himno Nacional de Colombia. Surgió, sin que nadie lo hubiese previsto, un bloque de medios en el que el gremio periodístico actuaba unido. La estatal Inravisión, hoy extinta, a través de uno de sus canales se unió a la iniciativa y presentó una entrevista que Cecilia Orozco hizo a Guillermo Cano 24 horas antes de su asesinato. “Uno sabe cuándo sale de la casa, pero no sabe cuando llegará”, había dicho el director de El Espectador. Amat y Gossaín hicieron una remembranza de la vida y obra de Guillermo Cano. Cinco minutos antes de la media noche del sábado 20 de diciembre, las cadenas despidieron su programación y la última frase que se escuchó fue: “La patria que buscamos es una patria buena”.En Directo. Unisabana. Tatiana Guerrero Suárez, Sub editora En Directo
Ese mismo día, Ana María Busquets de Cano, viuda de Guillermo Cano, y los miembros de la junta directiva del Círculo de Periodistas de Bogotá, con la compañía de comunicadores, sindicalistas, estudiantes, empresarios y empleados, convocaron la marcha del silencio, para exigir libertad de prensa y de expresión en Colombi]. Afirmaban no solo marchar por Guillermo sino por los 25 periodistas muertos en ejercicio de su oficio en los últimos 10 años y por todos los periodistas que ejercen su labor sin importar las presiones existentes en Colombia.11
Según un informe aparecido en diciembre de 2007 en El Espectador, después de la muerte de Pablo Escobar, en 1993, algunos de los sicarios que trabajaron para él, como John Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye, revelaron detalles de la participación de la organización del capo en este delito. Durante las investigaciones fueron asesinadas 12 personas incluyendo a un magistrado, una juez y el abogado de la parte civil. La única persona que ha respondido judicialmente por el crimen es Luis Carlos Molina Yepes, quien pagó a los sicarios que asesinaron a Cano. Molina Yepes aparece dentro de la investigación vinculado a Carlos Alberto Gaviria Vélez, hermano de José Obdulio Gaviria, quien fue asesor presidencial de Álvaro Uribe Vélez y primo del extinto capo Pablo Escobar Gaviria. Molina Yepes purgó solamente seis años de cárcel.12 Estas revelaciones provocaron la renuncia del embajador en Londres y ex ministro Carlos Medellín, quien está casado con una de las hijas de Cano.13